Autor: Eduardo Mendoza
Género: Misterio y policíaca, Narrativa Española
Editorial: Círculo de lectores
Saga: serie del detective anónimo, primera parte
Páginas: 204
Encuadernación: dura con solapas
El protagonista es un loco (no dice el nombre) que es escogido por el Comisario Flores para que desentrañe un misterioso caso de desapariciones en el colegio - internado de las Madres Lazaristas de San Gervasio, en Barcelona. Han desaparecido unas niñas que luego han vuelto a aparecer, es imposible todo lo acontecido, así que el comisario Flores decide que sea un loco el que desentrañe el asunto, ya que con su peculiar punto de vista de las cosas quizás pueda dar con la respuesta. El comisario, el Doctor Sugrañes que dirige el manicomio y la madre superiora del convento hacen un trato con él, si resuelve el caso, se verá libre del manicomio.
Así que es puesto en libertad en Barcelona, sin nada, ni ropa adecuada, ni dinero, ni alimentos, ni nada. Y tendrá que acudir a ayuda de las personas más variopintas y echar mano de su ingenio y su locura para salir de todos los problemas que se encuentra por el camino para poder alcanzar su objetivo, resolver el caso para poder ser libre por fin.
Al principio es difícil de leer, ya que está escrito en un vocabulario un poco rebuscado, no sé si tal vez para que resulte más gracioso, o porque el protagonista está loco, y de esa manera se enfatiza más su locura. O puede que sea la forma de escribir de Eduardo Mendoza. Al comenzar me perdía en algunos párrafos y tenía que volver a leerlos, por lo recargado del lenguaje. Además, para que sea más cómico añade palabras que no deben ni existir, o palabras que no encajan en esa frase. Sin embargo conforme avanza el libro el lenguaje es más sencillo y fluido.
Es muy divertido, la acción transcurre de prisa, como a mi me gusta. Cuanto más avanza el libro, las escenas son más graciosas.
Hay muchos fragmentos graciosos en el libro y no voy a ponerlos todos, para eso podéis conseguirlo y leerlo, pondré alguno, pero dejadme deciros que es más gracioso al leer el libro, porque así fuera de contexto, sin saber el resto de la escena no suena tan gracioso:
“No tiene nada que temer de mí. Soy un ex delincuente, libre sólo desde ayer. Me busca la policía para encerrarme otra vez en el manicomio, porque creen que estoy envuelto en la muerte de un hombre o quizá de dos, según si los de la metralleta acertaron o no al jardinero. También ando metido en un asunto de drogas: cocaína, anfetaminas y ácido. Y mi pobre hermana, que es puta, está en chirona por mi culpa. Ya ve usted en qué dramática tesitura me hallo. Repito que no tiene nada que temer: ni estoy loco como pretenden ni soy un criminal…”
“Volvían los perros a todo correr con la butifarra en las fauces de uno de ellos cuando, en la desesperación que me embargaba, se me ocurrió tirar sobre ellos la manta, en la que quedaron aprisionados los dos, invirtiéndose así los papeles que momentos antes habíamos representado mastines y yo en el gran teatro del mundo. Supongo que se morderían recíprocamente o que, al abrigo de la curiosidad ajena, se entregarían a libidinosos actos, que no son los perros remilgados cuando de holgar se trata”.
1 comentario:
He de decir que compré el libro en Círculo de Lectores cuando salió, en 1988, y la verdad es que quedé algo decepcionado. A mi juicio le faltó fuerza y la intriga llegaba solo en forma de pequeñas gotas que no me acabaron de llenar. El libro es correcto y entretenido, pero yo esperaba más.
Un abrazo y felicidades por tu blog
DN
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